10 de diciembre de 2009

El Sentido de la Vida


No sé cuantos de nosotros nos hemos planteado si nuestra vida tiene sentido. Yo a cada rato en los últimos tiempos, en forma repetitiva, incluso agobiante, y si la vida no tiene sentido ¿realmente qué hacemos aquí? La vida tiene que ser algo que nos lleve más allá del cotidiano tratar de sobrevivir angustiosamente a los pagos, a las compras, a las modas, a la edad, a las fiestas que marcan las estaciones del año, y un montón de cosas más. Me quedó bien claro en “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl, y es que cuando encontramos el por qué y para qué queremos estar en esta dimensión, podemos volar sin alas y tener ese sentimiento que se describe como “felicidad”.

Estoy segura que no soy la única que se desgasta con estos pensamientos, y no es mi intención escribir aquí si mi vida tiene sentido o no lo tiene, más es que, para mi, Dios, o el Universo, o cómo quiera cada quién llamarle, tiene una manera de comunicarse con nosotros de llevarnos de la mano en este trayecto llamado vida, que cuando lo vamos entendiendo vemos que no es otra cosa que un juego en el cual Él se divierte mucho, porque la vida es un juego, y ése es parte del sentido: jugar.

Por ejemplo: tu vida no tiene sentido, crees que te mueres, poco a poco, lentamente, que para qué levantarte de la cama, y te levantas utilizando todas las herramientas que has acumulado para estos casos de emergencia, y sales a la calle y “vives” o sobrevives, y te animas y todo es maravilloso y luego te vuelves a apagar, como si se te acabara la cuerda. ¿No es así? ¡Y listo! ¿Para qué seguir? Bueno, es el caso que en un solo segundo puedes recibir dos cartas: una buena maravillosa que te hace saltar de alegría, y una segunda, terrible, con riesgo de ser mortal, la vida se puede acabar y ahora entonces quieres vivir. Así es ¿no era esto lo que querías? y si te mueres ¿cómo puedes disfrutar lo primero? Es así el juego. Si lo entendemos podemos también sonreír, comprendiendo.

Pero es que me he apartado mucho de lo principal. Encontré en “El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte” de Sogyal Rimpoché, algo hermoso a propósito del “sentido de la vida”, y justamente, de la vida de los artistas. Quise transcribirlo para compartirlo con todos ustedes:

Hablando de la Iluminación en el mundo físico, en una oración dice: “al igual que la luz irradia espontáneamente del Sol sin que el Sol tenga que dar instrucciones ni dedicar ningún pensamiento consciente para ello. El Sol es, e irradia” ¿No podría ser una explicación del poder y la naturaleza del genio artístico, pues, que éste deriva su inspiración última de la dimensión de la Verdad?

Esto no significa que pueda decirse en ningún sentido que los grandes artistas están iluminados; por su vida se ve claro que no lo están. Sin embargo, también está claro que, en ciertos períodos cruciales y en ciertas condiciones excepcionales, pueden ser instrumento y canal de la energía iluminada. ¿Quién que escuche con atención las grandes obras maestras de Beethoven o de Mozart puede negar que a veces parece que se manifiesta otra dimensión a través de ellas?

Y más adelante: el arte ha ayudado a muchos a vislumbrar la naturaleza de la espiritualidad. ¿Podría ser, no obstante, que una de las causas de las limitaciones que padece buena parte del arte moderno residiera en la pérdida de ese conocimiento del origen sagrado del arte y su sagrado propósito: dar a la gente una visión de su verdadera naturaleza y de su lugar en el universo, y devolverle, de un modo siempre fresco y renovado, el valor y el sentido de la vida y sus infinitas posibilidades?

Yo no tengo nada más que decir.