3 de octubre de 2008

La experiencia de "Nómada"


No se si sea muy interesante relatar la experiencia de un ser creativo, quién camina por el mundo con su arte a cuestas, con la certeza de que es lo más importante que ha hecho en su vida y de que por algún motivo personal, ególatra, idealista, comunicacional, filosófico, familiar, por alguna de estas razones, o todas ellas juntas, o sin razón alguna, decide tocar la puerta así sin más y presentar su trabajo.
Esto de tocar la puerta o las puertas, que te las abran y te dejen entrar, que te las abran y no te dejen entrar, pues es una práctica muy sana por cierto, para el ego, de la cual ningún artista que pretenda serlo, debe abstenerse. Yo lo he hecho muchas veces, si mal no recuerdo, llevo unos veinte años tocando puertas. Hace un año toqué unas cuantas en Madrid y una de ellas se abrió y me dejó entrar. Me dieron una fecha fantástica la cual tuve que postergar, dado que la ley de inmigrantes, y ahora también para turistas o de todo ser que desee hacer aunque sea un “toque” técnico en España y probablemente en la comunidad Europea, no me permitía regresar para esa fecha. “No pasa nada”, dicen por ahí…entonces solicité otra fecha, esta vez sin calcular bien los “pro” y ”contras” de un tiempo tan ardiente, perezoso, y complicado, como lo es el verano. Septiembre es muy lindo por muchas razones, pero es fin de verano, es decir, al terminar las vacaciones nos quedamos sin dinero, comienza el colegio de los hijos, y en este año justamente, se suma la ”crisis” española.
La mitad de mi trabajo lo produje el año pasado en Madrid, la otra mitad, vino en dos maletas y un tubo de PVC. Esta última parte venía desnuda, enrollada y con necesidad de vestirse adecuadamente para tal presentación. No se cuantos de ustedes, queridos colegas, cuentan con los medios holgados exigidos para el montaje de una exposición por humilde que esta sea, por mi parte, cada exposición es un parto sin seguro de hospitalización. En algunas oportunidades he contado con el apoyo de alguna institución o empresa, más parece ser, que cada vez resulta menos posible. Así fue en esta ocasión, sólo “puertas en las narices”. Al final, fue la familia quién con su apoyo incondicional conté.
Solucionada la parte económica para el vestido de la obra, quedaba por resolver dónde almacenarlas hasta la fecha del montaje. En el apartamento o piso de mi hija, no había espacio, ni contaba con otro lugar. Hasta que no se vive una experiencia similar, no apreciamos la extensión prolija de metros cuadrados que disponemos en nuestros hogares o sitios de trabajo en Venezuela. La marquetería aceptó guardar el trabajo hasta el día previo a nuestra salida de vacaciones y regresamos un día antes del montaje. Es decir, dormí sólo dos noches junto o casi encima de ellas.
Conté con la bendición también de la familia, para darme cobijo, alimento y entretenimiento, para el transporte de la obra, contando con un vehículo suficientemente amplio capaz de llevarla junto conmigo. Conté también, con una nueva y bella amiga, para diseñar las invitaciones y el blog. Conté con mi nieta para consolarme en algunas noches de ansiedad copiosa. Conté con pocos y preciados amigos quienes me acompañaron a tomar unas copas de champán, o de vino, o de cerveza, o café, según fue la hora en la cual llegaron a ver mi muestra, y siempre, junto con todos ellos y conmigo, con Dios quién hasta último momento estuvo ahí, velando para que una bella pareja, tomara a su cuidado el trabajo de estos dos últimos años en su galería, en dónde residirán hasta que decidan tomar otro rumbo y otro hogar.
Para quienes todavía, después de este relato tengan alguna curiosidad por ver el trabajo al cual con tanta pasión me entrego, la pueden ver en la Galería de Arte Montsequi, calle Alonso Cano, 42, Madrid.
Mi agradecimiento infinito, por orden de aparición en esta historia, (contando con mi memoria), para Graciela Elena Bermúdez, Pedro Vicente y Graciela Erminy, Ana Daniela Mayer, Edmundo Mayer, Lourdes Márquez, Ana Alcalá, Mónica y David García, Restaurante Estay, Arelys Torres, Mary Marmugi y Alvaro Cassaro, Silvia Cassaro, Mónica y Alejandro Kobiakov, Mariana Marmugi, Antonio Santos, Ma. Teresa Herrera y Gregorio Gaytán, Baldemar Bottini, Luis Alberto Hernández, Araceli Uceda y Juan José Vicente (y sus amigos), Pablo Vicente y sus amigos, Adrián García, Montserrat Martín y Enrique Soria, Galería de Arte Montsequi.


2 comentarios:

Anne-Marie Herrera dijo...

Amiga...
tus palabras son exactas a unas que a veces rebotan dentro de mi. Hay dias en la experiencia de la dificultad para proseguir con un trabajo que brota del alma misma, es desmoralizante. Sin embargo, es como tú dices, un ejercicio para el ego.
te quiero y te acompaño en tu viaje de nómada por los rincones del alma,
Anne-Marie

Busaquita dijo...

Lo importante no es la meta, sino el camino y ¡mira todo lo que el camino te ha dado! Eres una artista y de eso no hay duda. Un abrazo muy fuerte. Se te extraña.